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De la Atlántida...



























En estos días de verano, los últimos de mis vacaciones, he disfrutado de dos buenas películas. Las saqué del videoclub casi sin fijarme, aprovechando la oferta del 2x1 de los martes, y acerté de pleno con ambas.


Una es "Young Adult", protagonizada por la tan bella como extraordinaria actriz, Charlize Theron. Me gustó por varios motivos pero al menos uno guarda relación con con el tema de la entrada del blog que hace poco dediqué a los narcisistas.

Mavis, la protagonista, es una treintañera que un día tuvo el valor de abandonar su aburrido pueblo y probar suerte como escritora en el mundo editorial de la capital. Ahora, transcurrido unos años de esa decisión vuelve de visita y se encuentra con sus viejos compañeros. El personaje se ajusta bastante a ese tipo de personalidad y la película muestra el efecto que su forma de ser produce en la gente que la rodea y, sobre todo, en ella misma.


La caracterización del personaje reúne con agudeza algunas de las trazas del semblante narcisista: personalidad extrovertida, desinhibida y provocadora (favorecida en este caso por la atractiva y elegante figura de Charlize Theron) pero incapaz de ocultar manifestaciones de su identidad menos favorecedoras como la frialdad, insensibilidad e indiferencia hacia los demás. Precisamente, por ese lado oscuro, hosco y sombrío, tan descuidado por el personaje, le vienen casi todos los infortunios y fracasos de su todavía joven vida. Pero de esto no apuntaré nada, se lo dejo a esta buena película que animo a ver ahora que se acerca el otoño, en cualquiera de esas noches de viernes por las que nos adentramos en el ansiado fin de semana.


... a Germania (Baviera, sur de Alemania, 2 de septiembre, 2012)


























La otra es "La pesca del salmón en Yemen". Alguien me habló en términos elogiosos de la cinta pero después leí algunos comentarios desfavorables que me quitaron las ganas de ir al cine a verla. Ahora que lo he hecho en casa puedo afirmar que esas críticas eran infundadas.


La historia que cuenta me hizo reflexionar sobre la importancia creciente que concedemos al azar y al absurdo Dos cosas -la casualidad y lo chocante y contradictorio- opuestas a la ciencia, al motor del progreso y la modernidad en que vivimos. Sin embargo, la película nos muestra con perspicacia y sentido del humor cómo el azar y el absurdo han llegado a convertirse en unos ingredientes habituales de nuestra vida tanto individual como colectiva. ¡Menuda paradoja! Trescientos años de educación "racionalista" occidental para llegar a esto: a dejar que lo irracional se instale en nuestras vidas, en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, en la política...


En mi opinión la película desarrolla una idea que me parece muy interesante: muchas de las cosas que nos ocurren y no entendemos por qué nos ocurren, en nuestra casa, con nuestra pareja, con nuestros hijos, en el lugar de trabajo, en la calle..., no se deben en absoluto a la casualidad ni carecen por completo de sentido. Lo que sucede es que renunciamos a encontrarlo. La cuestión es: ¿Por qué desistimos con tanta ligereza y nos conformamos? Probablemente porque empezamos a sospechar que la razón no basta, que no es suficiente para hallar ese sentido pero, al mismo tiempo, no nos atrevemos a buscar otras herramientas, complementarias o, quizá incluso más útiles. En vez de hacer eso, preferimos rellenar sus misteriosos silencios, su carencia de respuestas satisfactorias con explicaciones tan irracionales como las que aluden precisamente al azar y al absurdo. Esto me hace sospechar que nos hallamos ante un síntoma más de la crisis cultural que vive Occidente desde hace al menos un siglo. 


El film nos invita a no conformarnos ni a renunciar y nos anima a hacer un pequeño esfuerzo: ampliar el horizonte de nuestra mirada, dirigirla hacia Oriente, hacia culturas no tan tiranizadas por la razón y que a menudo despreciamos por su violencia y fanatismo, por su atraso y pobreza pero que, pese a todo, aún conservan algunas referencias válidas que quizá nosotros no deberíamos haber nunca abandonado.