Los días se van volviendo más cortos y frescos y nos traen, por fin, tras un verano bastante caluroso y seco, la ansiada lluvia. No es infrecuente por estas latitudes que un tiempo más o menos estival se alargue hasta noviembre y que el ambiente seco y soleado otrora deseado termine volviéndose tedioso. Pero este año no, este año el otoño ha llegado puntual, justo cuando lo marca su equinoccio. Un cambio de estación oportuno y necesario para recuperar el ritmo y la actividad del resto del año, desajustados durante las vacaciones.
El jardín convertido en estanque |
Y qué hay mejor, antes de que caiga
la noche otoñal, que dar un paseo por la orilla del mar. Haciéndolo, por ejemplo, en carrera, desde
la Caleta hasta el Muelle Uno para luego, volver a casa habiendo gastado la energía sobrante de la jornada. Nada más barato y saludable. Ya se sabe: mens
sana in corpore sano. Y además con tiempo sobrante todavía para hacer una fugaz parada, volver la mirada al cielo e inmortalizarlo en una fotografía.