Me refiero a su doble personalidad: por un lado, la ingenua y bondadosa;
por otro, la malévola y desconfiada. Dos modos de ser antagónicos que curiosamente no colisionan ni convierten al personaje en un esquizofrénico. Smeagol no está loco, al contrario, posee un finísimo sentido de la realidad y
siempre consigue arreglárselas para sobrevivir en medio de las mayores
dificultades. Es astuto, escurridizo, se
expresa de un modo coherente y, además, despliega un gran poder de persuasión.
Tolkien esconde en este personaje de “El señor de los anillos” un misterioso
enigma y nos invita a lo largo de su obra a descifrarlo. Ahora, Peter Jackson
vuelve a recrearlo en su reciente y esperada adaptación cinematográfica de “El
hobbit”.
No es menester hilar fino para percatarse de que es el anillo lo que ha transformado a Smeagol en la "grimosa criatura" Gollum. Un anillo
que domina a su portador¹ hasta convertirlo en su siervo. En un esclavo que paradójicamente cree poseer algo maravilloso en vez de un yugo
impuesto por el verdadero, oscuro y único propietario.
Voluntad e Identidad.
Con el personaje de Smeagol, Tolkien se asoma al misterio del bien y del mal y a su relación con la naturaleza humana, al eterno dilema de si el hombre es bueno o es malo por naturaleza. Y lo hace invitándonos a presenciar la insólita “transformación” de una voluntad libre por la oscura e insospechada influencia de una cosa tan insignificante como un anillo.
El hombre es naturalmente bueno pero también malo, puede ser cualquiera de las dos cosas. El hombre puede decidir lo que quiere ser. Es la única criatura que posee ese poder. Ninguna otra ostenta tal privilegio. Ni siquiera los ángeles. Quizá sea esa nuestra mayor gloria y, quizá también, nuestro peor desgracia.
El hombre es naturalmente bueno pero también malo, puede ser cualquiera de las dos cosas. El hombre puede decidir lo que quiere ser. Es la única criatura que posee ese poder. Ninguna otra ostenta tal privilegio. Ni siquiera los ángeles. Quizá sea esa nuestra mayor gloria y, quizá también, nuestro peor desgracia.
La voluntad explica lo
que somos porque hace posible nuestra concreción. A través de nuestras decisiones nos realizamos. Hasta el momento mismo de la determinación, todo lo bueno y lo malo, o si se quiere, lo mejor y
lo peor que nos habita se halla en espera - en cierne- de realización.
Tolkien al desposeer a Smeagol de la voluntad por efecto del anillo, lo deja con entendimiento pero sin capacidad para definirse y poder ser alguien determinado, de ser uno, de darse una identidad; por eso vaga por el mundo -durante decenios, durante siglos- exhibiendo en ocasiones a un personaje párvulo, inocente, crédulo y hasta angelical y en otras, a uno artero, malicioso, disimulado, diabólico... De ahí que un portador del anillo no envejezca. Son nuestras decisiones las que nos hacen envejecer. Gollum, a quien el anillo le ha robado la libertad, no puede decidir nada, por eso, en rigor, no vive, es solo un espectro, uno más de los muchos que aparecen en la película.
Tolkien al desposeer a Smeagol de la voluntad por efecto del anillo, lo deja con entendimiento pero sin capacidad para definirse y poder ser alguien determinado, de ser uno, de darse una identidad; por eso vaga por el mundo -durante decenios, durante siglos- exhibiendo en ocasiones a un personaje párvulo, inocente, crédulo y hasta angelical y en otras, a uno artero, malicioso, disimulado, diabólico... De ahí que un portador del anillo no envejezca. Son nuestras decisiones las que nos hacen envejecer. Gollum, a quien el anillo le ha robado la libertad, no puede decidir nada, por eso, en rigor, no vive, es solo un espectro, uno más de los muchos que aparecen en la película.
De lo anteriormente referido quizá pueda deslizarse la idea de
que Tolkien recele de cualquier forma de poder, que sospeche que tras el poder siempre se esconde la raíz del mal, posesivo y alienante. Sin embargo, tal
impresión no se ajusta del todo a la realidad. Tanto en “El señor de los
anillos” como en “El hobbit” aparecen personajes que tienen poder pero están
del lado de los protagonistas de la historia: personajes protectores,
vigilantes, benefactores como Gandalf, Galadriel, los Ents y muchos otros. Esto
nos lleva a plantearnos más preguntas: ¿En qué se diferencia un poder
oscuro y alienante de otro benefactor y filántropo? ¿Cómo podemos estar seguros
de que el poder que tenemos o que acatamos es de una clase u otra? Porque
es de sobra conocido el hecho de que el poder alienante se cuida mucho de
desvelar su auténtico rostro y se esfuerza en parecer justo lo contrario. La
solución nos la vuelve a dar la voluntad libre y el interés que ese poder
muestre por respetarla y no subyugarla. Pero abrir ese melón sería tema para
otra entrada del blog. Quizá sucumba a la tentación y lo intente, pero otro
día.
¹Las
preguntas que se suscitan aquí podrían ser las siguientes: la pérdida de la
capacidad de decidir ¿es irreversible? Y si lo es, la persona que se queda sin
voluntad ¿sigue siendo persona o retrocede en dignidad y hasta en la
escala zoológica?
Smeagol se convirtió en la criatura Gollum pero Bilbo
no. La nociva influencia del anillo no logró producir ese efecto en el
protagonista de "El hobbit". ¿Por qué no? ¿Qué diferencia a Bilbo
Bolsón de Smeagol Fuerte? Y lo mismo podría decirse del sobrino de Bilbo,
Frodo. ¿Una simple cuestión de tiempo o algo más? El planteamiento de todas estas cuestiones es
solo uno de los muchos alicientes que tiene la obra de Tolkien. Pero hay más, como, por ejemplo, su interés por la Naturaleza. La Tierra Media no es
solo un paisaje de fondo para las andanzas de los personajes sino un protagonista
destacado, que interviene y brilla con luz propia.