Puente sobre el Danubio en Budapest, sábado 16 de marzo de 2013 |
1808 abrió un período de crisis profunda en la historia de España que se prolongó hasta 1840. Las causas que la explican son de sobra conocidas:
- Devastación general del país por la invasión francesa y la guerra de la independencia.
- Discordia y represión durante el reinado de Fernando VII.
- Pérdida de la América española (salvo Cuba y Puerto Rico).
- Guerra civil de casi 7 años, con 150.000 muertos en un país que por entonces tenía unos 13 millones de habitantes.
1814 - 1833: Restauración. Trienio Liberal (radicalismo). Década Ominosa (represión y censura).
El liberalismo tendrá que esperar hasta 1840 para poder ensayar en serio el proyecto de un nuevo estado nacional. Los liberales habían conseguido reunir cortes y aprobar la Constitución de 1812 pero por esa fecha carecían de suficiente apoyo social. Lo que consiguieron entonces se debió en buena medida al vacío de poder surgido tras la invasión napoleónica. En realidad, el pueblo en su mayoría hizo la guerra por su rey, Fernando VII, que se hallaba prisionero de Napoleón.
Tras la restauración, el liberalismo quedó abocado a la clandestinidad y se refugió en sociedades secretas como la masonería, más interesadas en conspirar contra el régimen y buscar su demolición que en trabajar de un modo efectivo por el cambio político. El pronunciamiento de Rafael de Riego el 1 de enero de 1820 sublevando a la tropa que iba a ser enviada a América para luchar contra la insurrección antiespañola fue una prueba elocuente de ello.
El pronunciamiento sirvió para:
- Volver efímeramente al régimen constitucional durante el período de 1820-1823 (trienio liberal).
- Poner de manifiesto por una lado, la división y pugna por el poder que existía entre los liberales (moderados y radicales) y por otro, el radicalismo de los más extremistas.
Se abrió entonces el período conocido como la “Década ominosa”: 1823-1833, diez años en los que, a pesar de la represión (doce mil familias exiliadas) y la censura, se hicieron también algunas cosas positivas. Por ejemplo:
- Se creó el Consejo de Ministros
- Se implantaron los Presupuestos anuales
- Vió la luz el Código de Comercio
- Arrancó la Bolsa de Madrid
Todo lo cual deja entrever que en el régimen fernandino había criptoliberales y que su absolutismo pese a la represión fue más bien moderado, no desentonando con el de otros estados europeos occidentales.
Fernando VII murió en 1833, a punto de cumplir los 49 años. Su reinado absolutista (1813-1833) fue relativamente corto (16 años, si excluimos el período correspondiente al trienio liberal). Paradójicamente sus últimos años propiciaron sin quererlo, más que todas las conspiraciones, el fin del Antiguo Régimen y el triunfo del estado liberal.
1833-1840: Regencia de María Cristina. Guerra Civil (1ª Guerra Carlista)
En 1830, fruto de su cuarto matrimonio, nació la única hija de Fernando VII: Isabel. El nacimiento le hizo cambiar de planes publicando la Pragmática Sanción de su padre Carlos IV que hacía prevalecer en la línea sucesoria a Isabel sobre el hermano del rey, Carlos María Isidro. Cuando murió en
1833, la reina viuda María Cristina,
ahora regente, dio el gobierno a los liberales viendo que la sucesión era
cuestionada abiertamente por los partidarios de don Carlos. La reacción de los
carlistas, apoyada por el clero y por muchas poblaciones rurales,
fue el levantamiento armado pero no contó con el apoyo del ejército que se mantuvo
leal a la reina. La consecuencia fue una guerra
civil que se prolongó hasta julio de 1840 (primera guerra carlista).
La guerra selló un compromiso entre el liberalismo y el ejército. No fue la vía parlamentaria ni la revolucionaria sino los militares la clave del triunfo del liberalismo y del cambio político en España entre 1840 y 1874.
El Estado liberal:
- 1840: Regencia de Espartero.
- 1843 Narváez y O'Donell.
- 1854 Espartero y O'Donell.
- 1856 O'Donell.
- 1868-1874: Monarquía democrática. I República.
- 1875: Restauración borbónica: Alfonso XII.
La vida política española entre 1840 y 1868 estuvo protagonizada por cinco generales: Espartero y Prim (progresistas), Serrano y O’Donell (centristas) y Narváez (conservador).
El general Espartero fue decisivo para la victoria del bando liberal en la guerra civil, intervino activamente en la política a partir de 1837 y en 1840 dio un golpe de estado contra María Cristina asumiendo la regencia. Su falta de habilidad política hizo que en poco tiempo los progresistas se volvieran impopulares y en 1843 fue desalojado del poder por la sublevación de los moderados Narváez y O’Donell.
El general Espartero fue decisivo para la victoria del bando liberal en la guerra civil, intervino activamente en la política a partir de 1837 y en 1840 dio un golpe de estado contra María Cristina asumiendo la regencia. Su falta de habilidad política hizo que en poco tiempo los progresistas se volvieran impopulares y en 1843 fue desalojado del poder por la sublevación de los moderados Narváez y O’Donell.
Otro pronunciamiento, curiosamente de militares moderados, O’Donell, Dulce y Serrano,
lo llevaría de nuevo al poder en 1854 pero una vez más su paso fue efímero: en 1856,
O’Donell se deshizo de él y asumió personalmente el poder.
En 1868,
los generales Prim y Serrano junto con el almirante Topete, derribaron la monarquía borbónica abriendo un período político conocido como "Sexenio democrático" (1868-1874) que conoció nada menos que cinco cambios de régimen. Finalmente, otro pronunciamiento, el del general Martínez-Campos en 1875, puso fin a la experiencia "democrática" y restauró la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII, el hijo de Isabel II.
Lo curioso es que el papel del ejército en la política del siglo XIX español no fue militarista, en ese período
nunca hubo un gobierno militar, sino que buscó siempre el amparo de la
legalidad constitucional. No obstante, un papel tan preponderante en la política terminó decantando en la opinión pública la idea de su función como garante de la seguridad del estado y de la nación. Con el tiempo propiciaría también, como se verá en el siglo XX con los generales Primo de Rivera y Franco, un comportamiento más militarista y
menos respetuoso con las formas constitucionales.