Florencia, 14 de agosto de 2013 |
El Estado Isabelino. 25 años que cambiaron la historia de España.
La victoria militar sobre los carlistas en 1840 fue decisiva para el cambio político en España y el triunfo definitivo de la revolución liberal. Ese cambio fue liderado inicialmente por el militar que había vencido en la guerra, el progresista Espartero tras el golpe de estado que puso fin a la regencia de María Cristina. Pero en 1843 fue desalojado del poder por el pronunciamiento de otro general, el moderado Narváez, lo cual supuso la práctica exclusión del partido progresista de la vida política durante los 25 años siguientes.
El régimen parlamentario que echaba a andar en 1843 poseía características singulares: militares metidos en la política, caudillismo, hegemonía de un partido, en este caso el moderado, sin apenas contrapeso político, injerencia frecuente de la corona en la acción ejecutiva. El moderantismo fue la expresión política de una burguesía que logró consolidarse como poder social y construir un estado moderno.
Lo primero que se acometió, cómo no, fue la reforma de la hacienda pública creando un sistema tributario basado en impuestos directos e indirectos (1845). Más tarde, la financiación estatal se incrementó con los ingresos obtenidos de otra desamortización, la civil de Madoz de 1855. De este modo, se pusieron en el mercado tierras que eran propiedad comunal de los pueblos. Como bien señala Domínguez Ortiz (“España, tres milenios de historia” pág. 310) “si la primera [desamortización eclesiástica de Mendizábal] se ha hecho más famosa por su carga ideológica y por los destrozos enormes que acarreó a nuestro patrimonio artístico y documental, la segunda tuvo mayores y más nefastas consecuencias para la población rural… prohibiendo antiquísimos usos de aprovechamiento colectivo… y agravando la situación del campesinado modesto hasta límites extremos”. El resultado, pese al elevado coste social, fue el aumento de la confianza y el crédito del nuevo estado en las bolsas internacionales. Lo cual contribuyó también para dar el empuje definitivo a la Bolsa de Madrid, creada en tiempos de Fernando VII.
También se acometió la reforma de la educación dotándola de un sistema de educación secundaria y universitaria. Se regularizó y homogeneizó la administración de justicia y se codificó el derecho penal. Se formó un cuerpo paramilitar de seguridad, disciplinado y eficaz, la Guardia Civil (1844) que se sumó al ya creado de la Policía Nacional. Se reconstruyó la marina de guerra, inexistente desde Trafalgar y se modernizó el ejército. Se regularizó el acceso a la administración de los funcionarios y se ordenaron los cuerpos profesionales que servían en los diferentes organismos del estado (correos, prisiones, aduanas, inspectores, profesores…).
El impacto negativo de la pérdida del mercado de ultramar se compensó con un notable incremento de la actividad minera, explotándose nuevos yacimientos y aumentando considerablemente la producción. La explotación minera y la construcción de los primeros ferrocarriles (1848) atrajeron a más capital extranjero que realizó fuertes inversiones, especialmente el francés representado por la familia Rothschild. El despegue de la minería y la construcción de miles de kilómetros de ferrocarril movieron miles de millones de pesetas. La circulación de capitales animó a hacer negocios coloniales con Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
También aumentó la extensión de tierra cultivada, sobre todo de vid, haciendo florecer la exportación de vino, especialmente el de Jerez. En Cataluña, el algodón fue la base de su revolución industrial. En la década de los 50 y 60 se crearon numerosos bancos, la bolsa movía cada vez un volumen mayor de negocio y el mercado de deuda se volvió muy rentable.
El despegue económico se tradujo en un gran desarrollo de las ciudades, muchas de las cuales duplicaron su población, haciendo necesario acometer obras públicas de acondicionamiento: ensanches, abastecimiento de agua, sistema de alcantarillado, mercados, mataderos, depósitos, estaciones… Todo esto fue un fuerte estímulo para las economías locales.