Sierra de las Nieves (Yunquera). Martes 27 de diciembre, 2016 |
Seguimos con el ensayo "Zen y Filosofía" de Shizuteru Ueda.
Solemos referirnos a la libertad como libertad de y libertad para. Visto así resulta evidente que consiste en movimiento. Si ahora aplicamos esta averiguación a la mismidad resulta que la libertad se manifiesta como un movimiento existencial de salir de sí mismo para volver a sí mismo.
En ese movimiento circular de partida y retorno sobreviene el yo original o auténtico yo. Ahora bien, el círculo puede distorsionarse.
Solemos referirnos a la libertad como libertad de y libertad para. Visto así resulta evidente que consiste en movimiento. Si ahora aplicamos esta averiguación a la mismidad resulta que la libertad se manifiesta como un movimiento existencial de salir de sí mismo para volver a sí mismo.
En ese movimiento circular de partida y retorno sobreviene el yo original o auténtico yo. Ahora bien, el círculo puede distorsionarse.
Ueda describe tres clases de “distorsiones”:
- La primera es la cerrazón o encerramiento, el no poder salir de sí mismo.
- La segunda es el extravío, el no saber volver a sí mismo.
- La tercera consiste en estar enmarañado en sí mismo. Aquí, aclara el autor, “el movimiento no tiene lugar en la apertura sino en el marco férreo del yo”¹.
Puerto Saucilla (Yunquera, Málaga) |
"Apertura" posee un evidente sentido "positivo" pero también lo tiene "negativo", en cuyo caso equivale a "desprendimiento", a soltarse y quedar sin nada, a desaparecer sin dejar rastro, en palabras de Ueda-. Volvemos, pues, a toparnos con la nada. Y, de paso, a caer en la cuenta de que "nada absoluta" (vacío, sunyata) y "apertura infinita" son las dos caras de una misma moneda. En el zen, para verificar algo es menester expresarlo "completo", es decir, positiva y negativamente.
Para que el yo original sobrevenga es menester que la mismidad salga de sí misma y desaparezca. Ahora bien, sin apertura no hay la salida. Lo contrario a apertura es resistencia al movimiento libre, es decir, "atadura".
El yo desprendido de la atadura que representa el apego a sí mismo desaparece
sin dejar rastro. Ese yo sin yo es
lo-que-se-encuentra-en-la-apertura-infinita. Por eso, apertura infinita (rompimiento o escisión de toda atadura) y
nada absoluta son equivalentes.
Ahora bien, cómo puede ser encontrado lo que ha desaparecido sin dejar
rastro. Cómo puede encontrarse lo que no tiene imagen ni forma.
Por un
lado, tenemos al yo que consiste en ser lo que ya es o yo cumplido-. Y por otro, tenemos al yo que aún no es pero tiene que ser. Este otro yo solo puede concebirse como ejecución de sí mismo, es decir, como actividad pura. Lo-que-se-encuentra-en-la-nada no es sino actividad. El yo verdadero es un ser activo. El ser de este yo no es substancia sino pura ejecución. Se trataría de un ser ejecutivo o puesto por obra².
Quejigos de montaña mirando al Torrecilla |
La substancia (el ser substancial) no
puede dejar de ser. Por contra, el movimiento libre consiste en apertura infinita. Esta es la percepción que el zen tiene de la realidad: no como substancia sino como libertad y apertura infinita.
Llegados a este punto nos encontramos en las mejores condiciones para retornar a la primera de esta serie de entradas. Y volver al enunciado de Ueda sobre qué es lo fundamental para el zen. Si lo hacemos, todo parecerá más claro. O, al menos, eso espero.
__________________________________________________________
¹A nosotros nos parece que este es el "pecado" que comete el nihilismo idealista: creerse que todo no es sino pensamiento. En la cerrazón todavía encontramos cierto deseo de salida aunque falten las fuerzas y no se pueda.
²La idea del yo como "ejecución" no proviene del zen, aunque coincida en cierta medida con él, sino de Ortega y Gasset pero sus raíces se hunden hasta Aristóteles. En futuras entradas tendremos que profundizar en ella y matizar tan interesante coincidencia...
Atardeciendo por el camino de vuelta... |