Trilogía del movimiento (II): ¿Quién soy yo? Un radical enredo.

 

Camino de Morella, 20 diciembre 2021
Camino de Morella (Castellón), 20 de diciembre 2021

[Entrada revisada y ampliada con fecha 12/07/2023]


Ser y Tener

Comienzo la indagación sobre quién soy dando por sentado que tengo un ser y que ese ser mío no es algo sino alguien. Parto, pues, de esa convicción: soy una persona, no una cosa. De acuerdo, pero quién.

Además compruebo que ese inquisitivo "quién" no se detiene en mí sino que te afecta también a ti: quién eres tú. Si eres, por ejemplo, la persona que amo y albergo dudas sobre tu identidad, cómo se que mi amor es auténtico, cómo sé que te amo de verdad... 




Plantear las cosas de un modo tan drástico provoca un efecto de "bloqueo" y "paso atrás" que puede resultar contraproducente. En estos casos, la mente tiende a levantar un muro imaginario pero muy efectivo para que se desista del propósito. A ese muro o acantilado de vértigo lo he llamado a veces pi-kuan¹. 

Ahora bien: qué pasaría si en vez de encarar el problema de modo tan frontal, evitara chocarme contra el muro y lanzara el ataque por otro lado más asequible. 

Quizá entonces la pregunta que debería hacerme podría ser esta: ¿de qué está hecho mi ser?  Lo que yo sea o quien sea, ¿en qué consiste?

Por este camino -aparentemente más largo- se llega pronto a la sorprendente averiguación de que, en realidad, antes que un ser lo que de verdad tengo es que ser

La indagación sobre quién soy no debería haber comenzado por lo que ya creo ser sino por la ineludible tarea que me lleva a serlo 

El ser activo

Mi ser -o si se prefiere, mi identidad- no es un punto de partida sino de llegada, el resultado final de una acción o movimiento. Antes que nada soy quehacer, soy tarea. En eso consisto. 

Pero quién la realiza: quién es el agente de ese trabajo. Porque yo me hallo todavía en desarrollo¿Qué o quién se toma entonces la molestia de alumbrarme, de sacarme a la luz¿La vida? ¿Es mi vida la que se afana para que yo llegue a ser...? ¿Qué puede significar eso? ¿Y qué pasa cuando finalmente llego a ser? ¿Me quedo así para siempre? 

El ser no puede cambiar, es inmutable y fijo. Por eso, en rigor, no vive. Es algo ya cumplido. Mi ser, a lo sumo, representará mi biografía, lo que he sido y me ha pasado hasta la fecha. Mi pasado. Mientras que yo continúo: soy un presente que, albergando en sí todo ese pasado, está abierto al futuro, al porvenir.  

Pero volvamos al meollo de nuestra indagación que no es otro que aquel quehacer. 

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¹El efecto pi-kuan aparece siempre que nos enfrentamos en serio a la verdad. La meditación, cuando discurre por el camino correcto y no se pierde en la divagación o por otras rutas, en algún momento, más pronto que tarde, se tropieza con el muro o acantilado.




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