Kitaro Nishida y la "lógica del lugar" (II).

Dolomitas, viernes 10 de junio 2022

Acto y substancia

Nishida distingue entre mundo histórico y mundo de la vida¹. Ambos son activos, es decir, cada uno se forma a sí mismo, pero con algunas diferencias.

El mundo histórico es consciente [quizá para evitar confusiones deberíamos emplear mejor el término "autoconsciente" tal como lo explicamos en la entrada anterior]. Conciencia ["autoconsciencia"] significa para Nishida actualidad concreta. El acto consciente [la conciencia como actualidad pura] no se sustenta en nada que no sea él mismo, es creador por sí mismo y existe y actúa por sí mismo, afirmándose y negándose a sí mismo. 

El mundo del acto consciente no es el mundo de la substancia y la lógica formal (Aristóteles) sino del lugar y la lógica de la identidad contradictoria (afirmación y negación simultáneas), tal como explicamos en la entrada anterior. Se trata de un mundo predicativo frente al mundo de la vida, el cual, según Nishida, es espacial, material y subjetivo².

Cada ser que actúa en el mundo histórico equivale a una perspectiva de ese mundo; autoexpresándose es un mundo y a través de su mutua oposición y afirmación los seres activos van formando el mundo  aclaraciones, quizá lo sea].

El mundo histórico -actual y concreto- incluye, por tanto, diversas perspectivas de sí mismo y a partir de ellas se va formando (resonancia ["idealista"] de Hegel). Esta idea "filosófica" es enormemente atractiva y original representaría a la realidad no por una esfera (Parménides) sino por un poliedro, un todo sólido formado por múltiples superficies o "perspectivas" (si bien, ese poliedro al ser infinito se asemejaría a una esfera). Y aunque pueda ser correcta, solo lo sería en el mundo de las ideas que a fin de cuentas es un mundo "imaginario", ilusorio, simbólico... no la realidad. Esto demuestra lo difícil que resulta para un filósofo desmarcarse de su inclinación "natural", que no es otra que filosofar, que forjar ideas y construir con ellas un "mundo" ideal. En suma, sucumbir al idealismo.

Lo subjetivo y lo predicativo

El sujeto según la lógica formal o de la substancia no puede ser predicado. El punto de vista subjetivo convierte el predicado en un atributo del sujeto, en algo simbólico, no actual. Lo predicativo no existe para el sujeto por sí mismo o independientemente de él sino como algo abstracto. No es concreto sino universal.  

El yo, según Nishida, no es solo sujeto. Según la lógica del lugar, sujeto y predicado son el anverso y el reverso o el dentro y el fuera del lugar: dos polos conformando una identidad contradictoria. El lugar es esa identidad contradictoria y representa nuestra realidad, la cual se va transformando sin necesitar ninguna substancia previa. 

Acto y acción

La acción de nuestro yo, como microcosmos, es un hecho único. El mundo autoconsciente de cada yo, al mismo tiempo que se autoexpresa, incluye en sí una perspectiva del mundo, es una autoexpresión del mundo histórico. Si quisiéramos ponerlo en términos de juicio, podríamos decir que el yo de cada uno consiste en una existencia que autodeterminándose como subjetiva incluye dentro de sí lo predicativo, las cosas en sí. El mundo histórico, que se forma a sí mismo y se expresa directamente en nuestro yo, ese mundo de las cosas en sí es el lugar el el que existe nuestro yo. 

Mi opinión -y la de otros, con más autoridad que la mía que es más bien escasa- es la de que el término “conciencia” aporta confusión y ambigüedad. Nuestro autor lo usa porque lo hereda del pasado filosófico y, en especial, del que tenía más reciente, el idealismo moderno. Pero precisamente por este motivo, se siente en la obligación de aclarar que la conciencia primaria u original no es pensamiento sino pura actualidad³. De ahí que prefiera emplear el término “acto consciente”. Lo decisivo de ese acto es que no hay pensamiento en él, ni pensamiento ni substancia, sino nada. Ese acto, por tanto, no se sustenta en ninguna otra cosa que no sea él mismo. Es concreto y como tal creador por sí mismo: existe y actúa por sí mismo.

El lugar de la nada creadora

En suma: el mundo concreto de las cosas es el lugar en el que existe nuestro yo. En ese lugar predicativo, del mundo histórico, no hay pensamiento, hay nada (nada que tenga que ver con "pensamiento" o "conciencia").

El pensamiento, por contra, es subjetivo, nunca predicativo. En él, el predicado es siempre abstracto o universal

Por nuestra parte, echamos en falta una armonización y conjunción de ambos mundos, el histórico y el vital, por parte de Nishida. Quizá por la influencia larvada del idealismo hegeliano al que antes nos referíamos. O más probablemente, porque tenemos que profundizar más en sus originales aportaciones.


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¹Quizá tendría que dedicar alguna entrada futura a este asunto de lo vital y lo histórico según Nishida y confrontarlo con lo que pensamos nosotros.

²Suponemos que Nishida interpreta "mundo de la vida" como "mundo de  nacimiento-muerte". Es decir, mundo biográfico (=subjetivo) y espacial (=material). El mundo de la vida es activo pero finito (material, espacial). El mundo histórico es activo e infinito (temporal, entendiendo el tiempo como transformación de lo formado en lo formante en una "sucesión" infinita).

³Luego si no es "pensamiento", en rigor a ese "acto" no se le podría considerar "consciente". Ortega dándose cuenta del problema dirá que en él, en vez de conciencia, lo que hay es "ingenuidad". Véase también la aclaración hecha en la entrada anterior referente a la diferencia entre "conciencia" y "autoconciencia" y lo añadido entre corchetes en esta entrada.

⁴La discusión sobre lo universal (Aristóteles, Tomás de Aquino) y lo concreto o nominal (Ockham) y su repercusión sobre la naturaleza de lo real alcanzó su máxima intensidad a finales de la Edad Media y resultó decisivo para el avance de la ciencia moderna. 

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